A pico y rodo, David y Jorge han realizado el hondo agujero que hoy da vida al estanque, una fuente de agua y vida, para nuestro rincón de la naturaleza, el lugar donde convivimos con calabazas, ajos, zanahorias, remolachas, pepinos, almendro y un sin fin de gorriones y mirlos que todos los días nos visitan para despertarnos de morfeo.
Después del esfuerzo siempre llega la recompensa, pero quién lo diría viendo a estos dos constructores afanados en hacer realidad su sueño, alegrar sus oídos y el de sus vecinos/as, porque en la oscuridad de la noche, cuando el silencio se apropia del entorno, interrumpido por la llamada de la lechuza y el mochuelo chico, irrumpe el serpentear de nuestra fuente.