martes, 14 de marzo de 2017

¿Cuál es el tiempo real en el aprendizaje?

En la tarde de ayer lunes 14 de marzo, coincidiendo con la sesión del módulo V que llevaba por título “A conciliación dos tempos educativos e sociais”,  en el Máster Universitario de Investigación en Educación, Diversidade Cultural e Desenvolvemento Comunitario que se realiza este curso 2016/2017 en la Universidad de Santiago de Compostela (USC). En esta ocasión de la mano del siempre sugerente José Antonio Caride Gómez, Catedrático del Departamento de Pedagogía e Didáctica de la USC, tuve la oportunidad de darme un tiempo para reflexionar sobre el tiempo biológico, el tiempo social y el tiempo escolar.

Al final de la sesión encontraba la clave que venía buscando para entender porque en Raíces y Flores: Espacio de Crianza en Comunidad, y por ende en la mayoría de los proyectos de educación no directiva, los tiempos del aprendizaje son tan importantes para educadores /as o acompañantes y familias. El ser humano nace conectado con el ritmo del corazón de su madre que late con una frecuencia diferente a la que su organismo necesita, por lo que empieza a diferenciar ritmos distintos que se conectan y se implementan con sus procesos vitales.
El latir del corazón es el ritmo del aprendizaje en el tiempo, aprendemos conectando emociones, sentidos y conexiones neuronales que nos permiten una suerte de maduración para convertirnos en lo que somos.
Los espacios preparados o entornos respetuosos con el aprendizaje autodirigido necesitan que los aprendizajes figuren en primer plano, son los que mandan en las interacciones, procesos cognitivos y existenciales. Los tiempos escolares secuestran los aprendizajes, los clasifican, los ordenan, los distribuyen, los manipulan y por todo ello, no una sola cuestión, sino todas a la vez, los destruyen. Por ello se convierten en enseñanza, porque el aprendizaje encerrado en el tiempo, mata la creatividad, la acción autónoma del niño, la conexión de lo que siente con lo que hace.
Los niños y niñas se conectan con su biorritmo para mamar, andar, hablar, explorar, brincar, saltar, leer, escribir, reconocer números, animales, identificar sonidos, bailar, cantar… en la aventura apasionante de construir un conocimiento que le sirva para la vida.
El tiempo de las personas adultas se desconecta de su esencia orgánica y se transforma en un tiempo social (laboral, libre, familiar, cultural) que la escuela intenta reproducir en los horarios de clase, las programaciones, los trimestres, las evaluaciones, etc. Alejado de cambios biológicos que se conectan con las necesidades vitales del ser humano (el día, la noche, las estaciones, la maduración de nuestro cuerpo, la menstruación, la sexualidad…)
Por todas estas razones los espacios de educación libre, de desarrollo humano, de crianza respetuosa se convierten en un refugio para la niñez donde posiblemente se sienten a salvo de lo que el tiempo en las sociedades modernas, y más concretamente en las sociedades capitalistas, intenta manipular los procesos orgánicos.
El aprendizaje autodirigido es un proceso orgánico conectado con los biorritmos del niño, niña, persona adulta o persona mayor, da igual la edad, pero especialmente resulta destructivo para quienes se afanan en madurar a un ritmo respetuoso con su “cuerpecito”.
Los padres y madres, educadores/as, acompañantes, y todas las personas que interaccionamos con niños y niñas debiéramos pasar una mañana en un espacio preparado y respetuoso con los procesos/etapas madurativas de niños y niñas para entender qué trascendencia tienen los tiempos en los procesos de aprendizaje y construcción de conocimientos.
Mi agradecimiento a Jose Antonio Caride Gómez y a los/as estudiantes del Máster, por ofrecerme este regalo que me hizo producir esta deriva pedagógica y una aportación más al debate educativo de los tiempos modernos.
Os invitamos este sábado 18 de marzo desde las 10:30 a las 13:30 horas a nuestras II Jornadas de Puertas Abiertas en Raíces y Flores en 2017.

Jorge Ruiz Morales

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